sábado, 15 de diciembre de 2012


10 de diciembre: día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.


La promoción y protección de los derechos humanos ha sido una de las mayores preocupaciones para las Naciones Unidas desde 1945, fecha en la cual los países fundadores de la Organización, acordaron impedir que los horrores de la Segunda Guerra Mundial se reproduzcan.

Tres años después, en la Declaración Universal de los Derechos del Humanos, la Asamblea General notifico que el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de la persona humana "son los fundamentos para la libertad, justicia y paz en el mundo". En 1950 la Asamblea General invitó a todos los Estados miembros y a las organizaciones interesadas a que observaran el 10 de diciembre de cada año como Día de los Derechos Humanos (resolución 423 (V)).

Basándose en principios de libertad e igualdad, la Declaración universal de Derechos Humanos hace especial énfasis en la necesidad de desarrollar un orden de justicia en el ámbito internacional que garantice la plena vigencia de los derechos contemplados en ella.

Desde aquella fecha hasta ahora, la situación mundial ha desmejorado para una gran cantidad de personas, porque en muchas circunstancias los Estados del mundo violan los principios contenidos en ella. Sin embargo, ello no le hace perder vigencia. Por el contrario, constituye una concepción común de los derechos de los que gozamos los seres humanos sin distinción de sexo, raza, cultura, religión, opinión política ni por ninguna otra razón.



12 de diciembre: día de Nuestra Señora de Guadalupe.


Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México.
De acuerdo a la tradición mexicana,1 la Virgen María de Guadalupe se apareció cuatro veces a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac. Según el relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras una cuarta aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego llevó en su ayate unas rosas ―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de Santa María, morena y con rasgos mestizos.
Las mariofanías tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata es el Nican mopohua, atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605) y publicado en 1649 por el presbítero Miguel Sánchez en su libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, contribuyendo a divulgar ampliamente la devoción guadalupana.


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